En algunas ocasiones, logré evitar que una que otra cosa desagradable e innecesaria sucediera; como no abrir la puerta para que no entrara un animal a nuestro auto, o entrar con cuidado a una azotea porque había ahí algo de lo cual habría que tener precaución. Lo que no se podía cambiar, no podía verlo. Evitar y prevenir esto, me traía tranquilidad y paz.

Pasé por un periodo de “no querer ver más”, amaba mi don y lo amé desde un inicio, pero no deseaba ver espíritus; algo me decía que podría verlos si mis visiones seguían creciendo así. Así que tomé la decisión de cerrar mis visiones durante probablemente más una década. Pasé mucho tiempo sin tener premoniciones. Hasta que la vida se encargó de mandarme a las personas perfectas para desbloquear mis dones y ponerme a trabajar en algo maravilloso.

Mis dones regresaron para no irse nunca más, alrededor de mis veintitantos años. De forma inesperada regresó mi clarividencia, distinta a como la conocía; llegó mi clarisensibilidad, a la que antes no prestaba atención, pero ahora me hacía sentir dolores, presentimientos y emociones de los demás; llegaron viajes astrales, y la mediumnidad (ver espíritus).

Viajé al extranjero para prepararme formalmente, aprendí con más de 9 maestros internacionales de renombre y con varios maestros más en mi país (México). Estuve años entre libros, cursos, prácticas y encerrándome en mi habitación conectando con Ángeles. Sabía que mi momento de prepararme y ayudar había regresado.

Tras conectar con Ángeles, encontré mi propósito, iluminación, y un amor infinito, diferente a lo que conocía. A raíz de conocer a mis Ángeles, mi vida cambió para ya no ser nunca más igual.

Hoy únicamente trabajo con Ángeles, Arcángeles y seres de luz. Los Ángeles son un respiro en mi vida, mi guía, mi luz…

Siempre pensé que trabajar con la Luz Divina todos los días había sido mi decisión más acertada, pero un día entendí que todo el tiempo fue mi Padre Celestial, El Universo, llevándome amorosamente a estar aquí… contigo.